Si bien todo empieza con una idea, nada es real hasta que aprendes a definir tus metas.

Hace una semana conversé con una de mis clientas.

Una mujer de mente maravillosa que lleva desde hace años con muchas ideas en su mente y con un gran deseo de empezar.

De empezar por lo menos con alguna de esas ideas.

¿Y qué ocurre?

Nada.

La vida sigue, rápidamente.

Los años pasan y la rutina consume los días a una velocidad imparable.

Pero las ideas están ahí.

Sin ser empleadas, sin haberlas puesto en práctica.

Entonces pueden ocurrir dos cosas.

La primera es que poco a poco te vas olvidando de aquellos viejos sueños.

Y la segunda es que levantas tu rostro y dices ahora o nunca.

Y si tomas la segunda opción, entonces llega el momento de convertir todas esas ideas en un plan de acción.

Así que piensa en esa gran idea, ese gran sueño y permíteme acompañarte para definir tus metas.

Acompáñame

En este momento te imagino con una idea en tu cabeza, una visión, quizá una imagen borrosa de lo que deseas lograr.

Aquello que hoy ronda tus pensamientos es una proyección de lo que puede ser el futuro para ti. Al menos de cómo desearías que fuese.

¿Sabes ya qué es lo que quieres?

Si pudieses dibujar la imagen final de tu resultado

¿Sabrías exactamente cómo se ve?

Para mí, la imagen con la que yo me imaginaba el cambio de mi vida era borrosa.

Creía saber cuál era el resultado que quería alcanzar, pero se me hacía difícil definirlo únicamente en una imagen.

Pero había algo que sí sabía exactamente.

Sabía cómo me quería sentir al cumplir con mis metas.

 

Hace falta más que una idea

¡Ya lo sabes!

Para llegar al destino que tanto deseas hace falta mucho más que la idea de lograrlo.

La simple idea no basta.

Las ideas son, en gran medida, bien parecidos a los sueños.

Mientras duermes parecen muy reales, pero cuando te despiertas te olvidas de la mayoría de los detalles, o incluso de todo.

Y para que esto no ocurra es que necesitas potenciar tu idea al definir tus metas al respecto.

 

Recuerdo, por ejemplo, a Paola.

Cuando ella me contactó, escribió en su formulario de aplicación que ella estaba cansada de su vida.

Según lo que ella detalló, estaba aburrida, todo la agobiaba y no tenía ganas de nada.

Sin embargo, durante el tiempo que trabajamos juntas yo escuchaba a Paola hablar de varias ideas respecto a lo que a ella le gustaría.

Tenía ideas para mejorar su apariencia, para irse de vacaciones e incluso, un par de ideas que le gustaría implementar en su oficina.

Tendrías que haberla visto.

Era emocionante ver sus ojos brillar cuando ella soñaba y contaba todo aquello que se le cruzaba por la mente.

Y déjame decirte que sus ideas no eran imágenes borrosas.

Todo lo contrario, ella podía describir a detalle cada una de las ideas que tenía en su mente.

Era evidente que llevaba pensando en ellas durante muchísimo tiempo y claro, ese también era el motivo por el cuál se sentía tan cansada y agobiada de su vida.

Ella estaba viviendo una vida muy diferente a la vida con la que deseaba.

Paola vivía una vida que no sentía suya.

Y, aunque todos sus sueños sonaban emocionantes cuando ella los describía, había un problema.

Ella no se veía a sí misma como el personaje de aquellos sueños.

Las ideas sonaban maravillosas, pero se negaba la posibilidad de hacer algo al respecto.

«Yo no sirvo para esas cosas«

«Es más difícil de lo que pienso y no conozco a nadie que lo haya logrado«

«Todos pensarán que me volví loca si hago algo así«

cme-ad

 

Esas son unas de las muchas frases con las que Paola anulaba su posibilidad de hacer algo por alcanzar sus sueños.

¿Te suena familiar esta situación?

¿Te has sentido alguna vez así?

Si es así, no eres la única, al igual que Paola, yo también llegué a poner excusas ante mis sueños.

 

Las emociones al definir tus metas

 

La diferencia más grande entre una idea o un sueño y una meta es que lo segundo es real.

Y, al ser real, puede traer consigo miedos y barreras externas.

Sin embargo, definir tus metas es el único camino que tienes para alcanzar lo que deseas.

Y cumplir con tus metas requiere de mucho esfuerzo, de cambio, de superar obstáculos, retos, dificultades, adversidades y también de enfrentarte a personas en tu contra.

Pero claro, comprendiéndolo de esta manera, llevar a cabo tus ideas deja de parecer divertido.

Sin embargo te aseguro que la satisfacción de definir tus metas, salir de tu zona de confort y lograr tus sueños es más grande que el miedo que sientes al empezar.

Y eso no lo podrás sentir sino hasta que tú lo logres.

Quiero que al definir tus metas pienses en placer.

Imagina cómo se siente para ti la satisfacción.

Piensa quizá en aquellas cosquillas que sientes en tu estómago cuando, por ejemplo, sabes que vas a preparar tu comida preferida.

Te imaginas saboreando, sientes el olor y la satisfacción de comerlo.

Siendo así, entonces, definir tus metas sería como ir a comprar los ingredientes que necesitas para prepararlo.

Por lo tanto las emociones al rededor de ello no deberían ser de miedo, ni tampoco te imaginarías a ti misma arruinándolo todo.

Todo lo contrario, te imaginas el placer que vas a sentir y eso es precisamente lo que quiero que tú pienses.

Definir tus metas establece el camino a la satisfacción de tu éxito.

Y estoy segura de que si deseas algo de verdad, concentrarás todas tus energías en lograrlo.

 

Si lo deseas, lo haces

La mayor ventaja que descubrirás al definir tus metas es que hacerlo te ayuda a concentrarte en lo que es importante.

Con ellas sientes que lo que haces tiene un propósito y tu vida tiene más sentido.

Paola se sentía cansada de sí misma porque vivía una rutina en la que ella no encontraba sentido.

Y tampoco se animaba a ir en busca de más porque tenía tantas ideas y tan diversas entre sí, que la posibilidad de lograr una o varias de ellas parecía imposible.

Hasta que ella decidió empezar con algo.

Al trabajar junto a Paola como su Coach ella se atrevió a transformar una de sus ideas en metas cortas.

Y en base a esa guía, concentró su vida en ello.

Con su primer plan de acción ella aprendió lo que era necesario y descubrió que era menos difícil de lo que imaginaba.

Esta fue la primera vez en la que ella volvió a probar la satisfacción de ser dueña de su propia vida y hacer aquello que a ella le hacía feliz.

Y claro, aquello fue solo el inicio…

Y tú, que tienes tantas ganas de empezar con algo, ahora es momento de hacerlo.

Sí, actúa ahora.

En lugar de fantasear y soñar.

En lugar de vivir prisionera en una vida en la que no te sientes feliz.

Ahora es momento de creer en ti, escoger un cambio que deseas alcanzar (no importa si es grande o pequeño) y definir tus metas al respecto.

Míralos y decídete a empezar.

¿Qué es lo que tú deseas alcanzar?

¿Qué idea tienes en mente y quisieras empezar?

Cuéntame de qué forma deseas mi apoyo y mi guía y empecemos a trabajar juntas.

Yo quiero que tú te sientas a gusto en tu propia vida.

Quiero que seas dueña de tus decisiones y sientas la verdadera satisfacción de alcanzar los logros con los que tú sueñas.

Hasta pronto,

– Mariela Sánchez